martes, 16 de septiembre de 2014

X3

Observaba la ciudad desde lo alto de un árbol. Los tejados rojos, las casas blancas, edificios grises iluminados por la luna. Todo era pequeño, y yo aún más. 

Un sentimiento de soledad se manifestó en forma de lágrima.
Cada día me sentía más indefensa, minúscula, menos importante.
Tiré el móvil con la esperanza de que se rompiera, pero ahora su música sonaba desde el suelo.
La música ya no me alejaba. Al contrario.

Salté de la rama y eché a correr monte abajo.
Las lágrimas me nublaban el camino y aceleré.

Los errores te cambian, y a mi hace tres años el amor me cambió. Dejé de sentir. No quería volver a pasar por el dolor que te da un amor fracasado. Dejé de creer, dejé de amar. 
Y sí, conocí gente que me "marcó", pero solo porque mis sentimientos hacía ellos no pasaron de un: te tengo cariño.
Y entonces, cuando aparece alguien que le da la vuelta a tu mundo, dejas de pensar y no sabes como reaccionar.
Pasé tanto tiempo sin sentir nada parecido por nadie que mis sentimientos se multiplicaron por tres.
Y el dolor también.
Pues él se fue, y yo me quedé. Sola, destrozada.
Con un dolor el triple de fuerte.

Con la cara acartonada por las lágrimas secas, paré de correr. Justo a tiempo.
A mis pies, un acantilado hizo que mirara al cielo.
¿Cómo he acabado aquí? ¿El destino?
Miré al profundo suelo. Unos cincuenta metros de altura hasta las rocas más próximas.
Podría reunirme con él en solo un paso.
Cogí aire, cerré los ojos y pensé en él... y en mi familia... y en mis amigos. Y di un paso.

Lloré como nunca, sentada al borde del acantilado.
No pude.
Miré a la luna de nuevo y se lo dije: te quiero.

martes, 17 de junio de 2014

ilunga

El sonido cada vez era más fuerte y, al abrir los ojos, vi pasar un helicóptero por encima. Volví a cerrarlos y empecé a sentir que algo no cuadraba. Tenía frío, pero el sol me quemaba la cara. Tenía la espalda húmeda. No estaba sobre mi cama. Y tampoco había techo. 

Me sobresalté. Me levanté lo más rápido que pude e intente localizarme. Nada... no se dónde estoy. Había hierba y pequeñas casas alrededor mía. Llevaba una camiseta negra rota y unos vaqueros desgastados. Tenía alguna herida, arañazos poco profundos. Hice un esfuerzo para recordar lo más básico: cómo me llamaba, dónde vivía, qué había pasado... Miré en mis bolsillos y solo encontré unas llaves y seis euros. 

Eché a andar con la esperanza de poder recordar algo. Llegue a una calle bastante transitada. Me paré a escuchar a la gente. No hablaban mi mismo idioma. Sería domingo porque la calle estaba rodeada de tenderetes. Un mercadillo. En uno de ellos vendían ropa y, aprovechando el espejo, me miré. Estaba destrozada... Mi pelo estaba despeinado. Tenía una herida en el lado derecho de la cara y algo de sangre que me llegaba hasta el pómulo. Un ojo morado, heridas en el labio y arañazos. Empecé a transpirar cuando, en el cuello, observé salpicaduras de sangre. Asustada vi en el espejo como el hombre del puesto me miraba horrorizado. Me fui. 

No sabía que había pasado pero no me gustaba lo mal que pintaba esto. Mientras andaba me desenredaba el pelo con mis manos y me intenté cubrir la cara con el mismo. Entré a un baño y me quité toda la sangre que pude.

Al salir miré hacia atrás y el señor del puesto me señalaba. Estaba hablando con dos hombres, demasiado bien vestidos para estar en un mercadillo. Me miraron y vinieron hacia mi.

Una mano en el vientre y un beso en la boca me devolvieron a este mundo.

-Pero bueno, Aitzea, ¿dónde te habías metido? Vamos, nos están esperando, cariño.

¿Aitzea? ¿Así me llamo? ¿Por qué sabe mi nombre? ¿Es mi pareja?
El muchacho se debió percatar de mi cara de asombro. Me dio un abrazo y me susurró: pero, ¿qué haces? vayámonos que aquí corres peligro.

Miré hacía los dos hombres que me seguían y habían desaparecido. Decidí hacerle caso al chico e irme con él. Al fin y al cabo, sabe mi nombre. Me puede contar cosas y explicar que ocurrió.

Me llevó a una casa. Una abuela me envolvió en una manta en la entrada y me llevó hasta el sofá. Me senté y me dio una manzana a trozos y un vaso de agua que me bebí al momento. Me recogió el pelo en una coleta y me limpió las heridas. Al verme la de la ceja y la del labio, la señora le dijo al chico que le acercara algo. O eso entendí yo al ver como le daba una caja. De la caja sacó aguja e hilo, las que utilizan en los hospitales, y me quedé blanca. Empecé a notar que un sueño que no tenía me invadía. Me habían dado algo... ¡el agua!.

Me desperté en una cama. Intenté incorporarme pero un dolor punzante me hizo retroceder. Me destapé. Estaba limpia y con un pijama blanco y fino. Me levanté la camiseta. Una venda daba vueltas a mi vientre. Despacio me incorporé de nuevo. En frente tenía un espejo. Todas las heridas estaban limpias y, las más profundas, cosidas. En una silla me habían dejado ropa limpia y en la mesilla tenía las llaves, los seis euros, la pulsera y el collar.

Entré en el salón. La señora, el chaval y una mujer que no estaba antes se me quedaron mirando. Esa mujer se acercó, me abrazó y me llevó hasta la mesa.

-¿Te acuerdas de algo, Aitzea?
-Ni si quiera me acordaba de mi nombre...
-Está bien. Nosotros somos Pablo, la abuela y yo, Laura. Todos trabajamos contigo. Tu, Aitzea, tienes 21 años y ya has revolucionado a todo un país.
-No entiendo.
-Hace 3 años, empezaste una investigación que podría destapar secretos del gobierno, la iglesia y la NASA. Y hace 2 meses lo conseguiste. Con ayuda de muchas personas, conseguiste muchos archivos y sucesos escritos que podrían cambiar la mentalidad de la gente. Para asegurar la integridad de los documentos, nos contrataste a Pablo y a mi. Clasificamos en dos grupos la información obtenida. Tu misma nos dijiste que el mundo no está preparado para saberlo todo. Ni si quiera nosotros. Solo tú lo sabes todo. Por ello en un grupo están los documentos que queremos sacar a la luz, y en el otro los documentos que vamos a seguir escondiendo, de momento. 
-No me acuerdo de nada.
-Esperemos que con el tiempo si. Mira: esta es tu familia.

Me entregó una foto. Salía yo con una niña pequeña, rubia,... ¡mi hermana! Me acuerdo de ella. Es mi hermana Leire. 

-Me... ¡me acuerdo de ella! es Leire, mi hermana. 

La sonrisa se me quitó de la cara cuando empecé a recordar lo ocurrido. Ninguno de los tres pudo mirarme a la cara. Si... ya sabía que había pasado... 

-Ya me acuerdo. Vivimos en España. Estaba jugando con mi hermana en un parque. Vinieron y se la llevaron. Y por eso estamos en Túnez. Estamos buscando a mi hermana. ¿Me equivoco?
-No. Recibimos una carta. Piden tu información a cambio de tu hermana viva. Si no se la entregas en menos de 48 horas, la matarán. Y después a ti.
-¿Hace cuánto de eso?
-Contando con que has estado desaparecida y desmayada durante 32 horas... te quedan 16. 
-¿Qué me ha pasado en esas 32 horas?
-La información que llegó al gobierno de Túnez estaba muy decorada por los Españoles. Desde el aeropuerto tuvimos problemas para avanzar. Al intentar despistarlos surgió el problema y acabaste mal herida. Por suerte la bala te alcanzó el vientre, te encontramos a tiempo y la abuela ha podido curarte.
-¿Tenemos algún plan?
-El plan era cosa tuya. No nos quisiste decir nada para no ponernos en peligro.
-Entiendo.
-¿Te acuerdas del plan?
-No...

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miércoles, 5 de febrero de 2014

PURGA

"Si alguien lee esta carta, significa que estoy muerta. No es una carta de suicidio. Más bien de desesperación. Van siete meses desde que empezó todo. Se implantó el infierno en lo que antes conocíamos como Tierra. Se nos fue de las manos... lo siento. La Purga empezó como movimiento social, como solución a la mierda de sociedad que teníamos. Eramos escoria y ahora ya ni eso. El poder llegó a malas manos. Dejándonos a muchos en peligro. Dejó de controlarse y se ha convertido en una matanza. Da igual a dónde vayas... cada metro es una charco de sangre y cadáveres en posturas inimaginables. La gente se esconde pero es imposible, están por todos lados. Es difícil escapar. Desde que se creo el grupo "No hay un mañana para todos", el terror se implantó en el corazón y, sobretodo, en la mente de todos. Nos convencieron de que el mundo necesitaba empezar de nuevo. Una sociedad nueva. El cambio. Se implantaron de tal manera en la sociedad que eran como el nuevo Dios. Por desgracia la gente se daba cuenta de que eran más bien el Diablo cuando tenían el filo ya en la garganta. Da igual quien se cruce con ellos, que morirá. Sobreviven pocos. Solo aquellos que consideran aptos para la raza perfecta. No se si llamarlo suerte o no. He oído que prefieren morir antes que vivir bajo sus manipulaciones. Hay ideas, se habla... ¿Quién está detrás de todo esto? Nadie se atreve a decirlo. Y tampoco se puede... La televisión, la radio, los teléfonos,... ya no existen. Todo eso se acabó. Lo destruyeron. Desde luego sabían lo que hacían. Yo he tenido la gran suerte de encontrar este trozo de papel y un lápiz. Ahora puedo escribir esto a los que vendrán. Es difícil escapar, pero no imposible. Existen grupos que han conseguido escapar y esconderse. Encontrarlos. Se habla de revolución. Dentro de poco podremos salir a la calle, ver el sol, notar el viento, el "

-Oh... ¿no te ha dado tiempo a escribir más?
+Por favor... por favor...
-Eee... respira mujer... ¿Qué te pasa, cuéntame?
+No me haga daño, por favor.
-Ya... pues resulta que hoy solo he salido con un cuchillo de sierra oxidado y una cuerda...
+¡Hija de Puta!
-¡Oiga! Pero, ¿dónde ha quedado el por favor? Me gustaba más.
+¡SUÉLTAME!
-¡Quieta!
+¡NO!
-Joder... ¿me has pegado un puñetazo? ¿eso era un puñetazo? me ha... pegado. Vaya, vaya...pues eso si que no.

-Mírate... estás dejando todo perdido... Si no te importa, te voy a terminar yo la carta, ¿si?

"Siento que me estoy riendo de mi propia suerte. Ahora me encuentro colgada del techo y con las manos y piernas atadas a la espalda. Tengo un PRECIOSO cuchillo clavado en el vientre y me estoy desangrando poco a poco. Tengo frío y calor al mismo tiempo. Pierdo la vista. Me cuesta respirar. Claro está, esto no lo estoy escribiendo yo.
    Atentamente:
            No hay un mañana para todos."

-¿Te gusta así? Venga, ya está. De nada, reina. Te la voy a dejar atada a ti, ¿vale? Seguro que alguien la encuentra.
+Moriréis todos...
-Me llevo el cuchillo. Que pases muuuuy buena noche.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Solos la luna y yo.

Me paré y miré hacia atrás. No había nadie. Miré hacia arriba. Estaba oscuro. Solos, yo y la luna. Con las manos en los bolsillos empecé a pensar, a sentir. Hay tantísimas estrellas ahí arriba. Y están tan lejos una de otra. No se puede vivir en soledad.

Echo de menos… no. 
Quiero mandar todas las mañanas un mensaje inesperado de “Buenos días” y recibir una contestación con más o igual amor. 
Quiero pasar las mañanas atento en clase, sin distraerme, sabiendo que cuando salga habrá alguien que me espere para darme un beso. 
  Quiero pasarme la tarde en el sofá y tener entre mis brazos a esa persona y no al cojín. 
   Quiero dar las “Buenas noches” con un gracias y un te quiero. 
Quiero dormir abrazada a algo que no sea mi almohada y que al despertarme sea lo primero que vea.
Quiero sentir calor, amor,… quiero sentir. 
 Quiero encontrar a esa persona. Quizá el problema es mío… no, quizá no.


Miré hacia adelante y, simplemente, seguí andando.


Porque gracias a leer y a escribir, a día de hoy, se escapar del mundo.

domingo, 18 de agosto de 2013

Carta de suicidio

Ve a una plaza de tu ciudad. Desde un punto fijo mira a tu alrededor. ¿Qué ves? Robots. Robots construidos mediante un experimento social que se fue implantando poco a poco en el mundo y del que no nos damos cuenta. Todos con la misma ropa, la misma forma de hablar, de mirar, de etiquetar, de criticar, de sonreír, de mentir, de fingir, de creer que eres diferente y, sin embargo, eres como esa persona a la que acabas de mirar fatal. Enhorabuena. ¿Crees que has elegido ser así?

Ve a tu salón. Enciende la tele. Sigue. Por desgracia, es ella la que te está criando. La que hace que seas como eres. Llegará un punto en el que si te dicen que la hierba es morada, te lo creerás.

Ve al cuarto. Conecta la radio. Escucha las canciones que ahora están de moda. Ten cuidado con la emisora que elijas, puede que escuches música diferente. Pero no olvides que quieres ser diferente. Creer que quieres ser diferente. Entonces, ¿por qué buscas gente con la que compartas los mismos gustos? Sigue escuchando.

Ve a un centro comercial. Observa las tiendas de ropa. ¿En qué se diferencian? En la marca. Así que, otra vez, enhorabuena. Tu moda la marca el dinero. El dinero marca tu vida. Compra, gasta, venga.

Ve al ordenador.

Ve a la cocina.

Ve a un restaurante.

Ve.

¿Te das cuenta? Reacciona. Practica el despegue.


Uno de los mejores consejos que os puedan dar es: no os creáis todo lo que os cuenten.